unas cuantas horas de tranquilidad en el pacífico, un hotel donde no hay nada que hacer ni nadie a quién molestar, una familia agüevonada, una temporada de lluvias que no ayuda en nada, un mar que no deja alejarse más de 15 metros de la playa
y nada hay de malo en todo eso
y el mar se encabrona cada vez que se mete el sol
y todo está muy bien, hasta los cocos transeúntes y los moscos en las hamacas