enero 09, 2010

queridos reyes magos pt 2

(originalmente escrito en un correo electrónico a una ella muy lejana)

tengo una herida en la planta del pie derecho que no me deja caminar bien. me la hice el primero de enero como a las 4 de la tarde, cuando regresaba a la parte onda del mar después de salirme nadando con una ola. un hermano de ana me preguntó un día antes como hacía eso, le dije que cuando llegara una ola grande tenía que nadar como idiota hasta que la corriente se lo llevara con ella, y así le acababa de hacer. me gusta hacer eso cuando voy al mar, una y otra y otra vez. Ese día no había olas muy grandes y el mar estaba muy tranquilo, así que aprovechaba cualquier ola suficientemente grande para montarla con mi cuerpo. regresaba de esa última con el nivel del agua en el pecho cuando sentí que me enterré algo. En ese momento por mi mente sólo pasaron un pedazo de vidrio o un alambre largo y delgado, porque lo sentí algo profundo en mi pie. Más tarde me preguntaron que sentí al momento del piquete y fue un rápido jalón hacia abajo, hacia el piso.
Saqué el pie y vi que sangraba, comenté a los que me rodeaban que me había enterrado algo grande y caminé hacia la playa, el dolor empezó a aumentar y le pedí ayuda al mismo hermano de ana para recargarme en él.
me vió el pie y me dijo que fue una raya lo que me picó, inmediatamente le gritó a toda la gente que estaba en la playa. Cuando dijo raya dos cosas importantes pasaron, una; me acordé del cazacocodrilos y de como murió por un piquete de raya; un lado de mi cabeza pensaba eso y el otro pensaba que no fuera tonto, que al cazacocodrilos le picó una raya directamente en el corazón y por eso se murió. La segunda cosa importante que pasó fue que llegó el dolor. Fue el dolor más fuerte que he pasado en mi vida, y por mucho. Cuando llegué a donde estaba todo el mundo no me importaba nada, me pusieron una silla y preferí sentarme en una tabla. me dijeron claramente que no me iba a pasar nada, que me iba a doler muchísimo pero que me iban a inyectar y que en un ratillo iba a estar bien. Mientras, me amarraban una camisa abajo de la rodilla para usarla como torniquete pero la que me amarró no podía y la acabé apretando yo. Llegó el otro hermano de ana en la moto y le dijeron que me llevara con el abuelo, que es doctor. Nadie sabía como subirme y mientras deliberaban me paré y brinqué al asiento de atrás, con el pie chorreando sangre roja escarlata. Fueron 40 segundos en la moto y llegamos a 15 metros de donde me había sentado en la tabla, pero habíamos rodeado el campamento y estábamos frente a una casita. me bajé brincando en lo que llegaba toda la gente y me paré en el petate de la casita.
Cuando llegó el abuelo me metieron a la casita y me acostaron casi a la fuerza en una cama. Yo cerraba los ojos y sentía que alguien metía el dedo en la herida, gritaba que no lo hicieran pero abría los ojos y no me estaban tocando la herida, solo limpiando la sangre que no dejaba de salir.
Me estuvieron limpiando y platicando unos minutos en lo que el abuelo revisaba la herida, corrieron a todo el mundo y me inyectó dolac, un analgésico aparentemente muy fuerte; una vez en la vena del brazo y otra en la nalga, trajeron una tina y agua casi hirviendo con unas hojas adentro, hoja de raya, me dijeron que era.

imagina que alguien filma todo esto que escribí (que en realidad pasó en casi 20 minutos) y lo pasa por tu cabeza pero apretándole fastforward y rewind una y otra vez, adelantando y regresando las imágenes. Así me sentía, todo daba vueltas y todo pasaba rapidísimo y yo no pensaba con claridad, estaba como histérico, me dijeron que llorara, que todo el mundo llora, pero yo no quería llorar, yo no necesitaba llorar, sólo me reía, no se que necesitaba, eran ansiedad y desesperación lo que sentía. Me pidieron que describiera el dolor y lo pensé lo más tranquilamente que podía; imagina que alguien le saca punta a un palo de escoba, le pega una lija muy aspera en la punta, te hace una cortada no muy grande en la planta del pie y mete por ahí el palo con la lija, girándolo lentamente dentro de tu pie. Era un dolor que empezaba en la cortada pero no tenía fin, no me dolía todo el cuerpo pero era como si así fuera, no podía pensar del dolor. Recordé la escena de la quemada qúimica en fight club, traté de aislar el dolor y concentrarme en el para no sentir nada más. De alguna manera funcionó, eso y el dolac. Con el pie en el agua caliente empezó a disminuir el dolor, y luego el dolac hizo efecto y lo bajó un poco más. ana e irma me acompañaron todo ese rato, llegaba más gente a ver y me preguntaban cosas, yo no quería que se fueran, se siente bien la compañía.

dicen que ya tengo una anécdota que contar, que la experiencia lo vale. yo digo nada que! ese dolor no se lo deseo a nadie.

malditas rayas sangrientas

1 comentario:

andrea dijo...

Pero gracias a esa raya está este post.
Dos pulgares arriba.

ideas y más ideas y más...