septiembre 06, 2009

Dia 8

Otro día de esos que se llaman de vacaciones.

Nos levantamos temprano para mover el coche antes de que se lo llevara la grúa. Esta vez temprano fue un poco no tan temprano y de todos modos carlos ya lo había movido.

El desayuno sigue siendo no frugal pero algo tienen esos bagels de frutitas azules con huevos estrellados, queso amarillo y tres kilos de tocino enmedio que a cualquiera lo llenan big time.

En lo que se nos bajaba la comida y abría la tienda de las computadoras donde íbamos a checar el interné lo más seguido que podíamos, la jefa se puso a vagar por los alrededores buscando cosas buenas, bonitas y baratas. Dicese por ahí que lo que pasa es que ella es bien fan de las cosas buenas bonitas y baratas. Al llegar al final de un largo pasillo ve un letrero que dice algo asi como old navy y decide entrar.

Imaginen una de esas escenas de cuando a alguien lo ilumina un rayo de luz directito del cielo porque descubrió algo o porque encontró algo o algo así pues, y casi casi están viendo a mi mamá cuando vio los anaqueles y anaqueles llenos a reventar de ropa buena, bonita y barata. Pa no tardarme mucho, hasta a slash y al perro de mónica les quería comprar babosadas (pero buenas, bonitas y baratas). Mi mamá se volvió fan de old navy.

Ya un poco más endespuesito, con la comida más procesada y el interné revisado, caminamos un rato por un parque que da al mar en tres de sus cuatro direcciones y a la calle en su cuarta dirección.
Tan bonito estaba el mendigo parque que nos sentamos en una banca a ver nomás como pasaba el tiempo y como pasaban las parejas de novios recién casados o apunto de casarse con sus fotógrafos de verdad persiguiendolos y tomandoles un millón de fotos pa luego venderselas en un paquete bien caro.
Luego vimos una playa bien padre medio formada gracias a la ayuda oportuna de un enorme rompeolas que hacía lo que su nombre bien indica y prevenía que los japoneses que ahí se bañaban se ahogaran con una de esas enormes olas que venían del lado que no estaba protegido por el oportuno rompeolas.

Ya luego decidimos regresar al hotel pa dejar las compras de la jefa y en lo que ellos se iban a almorzar yo me quedé dormido otra vez. Luego regresaron y fuimos a caminar a la playa de hasta allá, pero sin la jefa porque ahora ella fue la que se quedó a reposar su recientemente ingerido lunch.

A medio camino decidieron el guía y el jefe que mejor nos metíamos a la playa de uno de los hoteles fresones y así lo hicimos y vimos los pasillos y los vestíbulos y a la gente del hotel fresón. Que si estaba muy fresón.

Por fin cruzamos el hotel fresón y llegamos a la playa, que estaba igual que todas las demás. El atardecer estaba a punto de suceder así que para variar salí corriendo al lugar del que se viera más mejor.
Por fin se dejó ver sin nubes, y a mi se me olvidó el zoom.
(Cursi cursi, pero me gustó)
Ya luego, de regreso a donde estaban bañandose los otros, se me antojó no meterme al mar para no mojarme y llenarme de arena y decidí seguir tomando fotos del bonito lugar. Y luego me tuve que meter al mar para quitarme toda la arena que se me pegó al no querer meterme al mar. Y luego me tuve que bañar en la regaderita del hotel fresón para quitarme toda el agua salada que me quedó pegada por meterme al mar para quitarme toda la arena que se me pegó por no querer meterme al mar en primer lugar.
Ya luego caminamos todos mojados hasta el hotel y nos quedamos dormidos bien temprano.

Eso de dormir en vacaciones no está ni tan mal.

1 comentario:

andrea dijo...

"ashhh
cuando se trata de la felicidad, todos somos bien cursis"
jajaja..
La foto que está abajo de la bien cursi...hats off.

ideas y más ideas y más...